Sin explicaciones,
sólo absorbiendo el infinito pasto
de la vida, día a día.
Un inconstante reparo de luz,
un inconsciente suspiro:
las carmelitas recitan sus poesías
en ronda
con sus voces
agudas hasta las entrañas.
Una desafina.
Las demás la miran
y se abalanzan sobre ella
dejándola derramada
en su sangre
sobre el frío mármol.
Una la patea con disimulo.
Siguen leyendo,
como siempre,
eternas,
sumergidas ya
en su impoluta inocencia de cartón.
1 comentario:
me gustó mucho lo de "impoluta inocencia de cartón"....un beso barbi!
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