martes, 26 de agosto de 2008

Maldita palabra

Todo lo que empieza bien, continúa bien y de pronto se desgasta, se aplasta, se engancha entre los árboles hasta-que-plúm! Ni chicha ni limonada, ni perro para darle de comer ni domingo al mediodía. Hasta que de nuevo arriba-abajo,arriba-abajo, ejercicios para mantener en forma a la rutina radiante benefactora de la continuidad. Mil y una actividades. Mil y una cosas para hacer. Voy caminando en una cinta de esas que no se mueven del piso, en una bicicleta fija para sentir que sí. Ni hace falta. Cuando digo: ni hace falta, es el declive, la caída en picada hacia la insignifiancia. La idea: el mundo es tan grande, y yo soy una hormiga, una hormiguitita, una partícula, una nadidad. Y ahí es cuando aparece la palabra nada. Es como chocarse con un enorme, gigante, rígido y abrumador sorete de perro.

No hay comentarios: