jueves, 26 de julio de 2007

Huí

No sirvió de nada. Correr por esos pasillos eternos con pisos fríos de mármol y ventanas con marcos marrones y anchos vidrios. Subir escaleras con alfombras rojas y pasamanos de madera con antiguos tallados bastante tétricos. Ni que cada vez que pisara un piso más, mirara para ambos lados girando mi cabeza y al no verte siguiera corriendo. Pasar por una biblioteca y entrar con la esperanza de que estés ahí, sentado leyendo algún libro viejo y conocido. Al no hallarte, salir y arremeter nuevamente contra una escalera, otra vez marrón, está vez oscura (sin rojo ni alfombra). Galopar entrecortadamente entre escalón y escalón, y descubrir que mi velocidad no aumentaba con la fuerza, sino con la rapidez (lógica) pero tenía furia y mis pies caían con fuerza. Justo cuando sentía que no había un fin, llegar a la cima. Sobre ella dos puertas. Detrás de la primera, una de acero, descubrir una terraza inmensa con cielo y edificios, y correr por todos lados gritando tu nombre para nada y para todos. (Que salga la señora del tercer piso del edificio más cercano y que me diga que no vio a ninguno con ese nombre tan feo y que me calle la boca que es la hora de la siesta).Envolverme entre la ropa colgada (también buscándote) escondiéndome del espacio. Al no hallarte, salir y descubrir que no era el último piso, que había un par de escalones más que llevaban a un cuarto más arriba. Entrar y que casualmente haya un telescopio gigante (yo, que quería viajar). Mirar por él, como por el ojo de la cerradura, y buscarte en el inabarcable. Imaginarme que voy saltando entre todos esos cuerpos que veo, cuerpos multicolores (no sé por qué dicen celestes) gritando todos tus nombres, todas las formas que tengo de llamarte, de encontrarte en sueños, todas las formas que tenés de metamorfosearte y que de pronto una tostadora seas vos aunque no lo seas y nadie pueda entenderlo. Me meto, entonces, en un planeta y en el otro, juego a patinar de una órbita a la otra, hacerles cosquillas a cada uno hasta que se mareen y se choquen entre sí, o dar vueltas y vueltas esperando en una de esas chocarme con voz que venías justo de contramano. Les cuento tu historia, te cambio de nombre, te invento otro cuerpo (que es el tuyo, de verdad que es el tuyo), cuando te caíste sobre una bandada de hormigas carnívoras y todas se murieron excepto una que juntó toda su energía obrera y te mordió el pie hasta sangrar (ninguno de los dos sabíamos de sus dotes). Y sin embargo te reíste y me abrazaste. Me dijiste que te dolía pero que te gustaba la sangre chorreando por tu pie, como una sensación dulce de afeitarse y no saber. Yo te di un beso (no importa donde) y te canté una canción, quizás de esas que mi abuela inventaba mientras me cocía ositos de peluche en invierno, al lado de la estufa. No había chimenea, no había cuento de hadas.

De pronto, verte. Realmente verte a lo lejos, sobre una estrella o un asteroide, como ese niño que amaba a una flor. No estar segura pero seguir corriendo, como desde hace ya no sé cuanto tiempo. Cada vez más cerca, creer que ya distingo tus rasgos aunque nos separen años luz, millones de infinitos. Pero sin embargo tu imagen tan fuerte, tan presente, tan estática. Hasta me parece que sonreís y me decís algo, algo así como hola, o amor o desidia o no ¿no? ¿me decís no? ¿me decís que me detenga? ¿me estás pidiendo que no vaya? (me hago cada vez más chiquita) Pero vengo corriendo hace tanto tiempo, ya no sé como frenar. (más chiquita, más chiquita). Vos extendés la palma de tu mano mirando hacia mí (pero no podés frenarme así, traigo el impulso de las olas y de los vientos, soy una vorágine, un incansable río, un canto rodado, un imán pegándose contra una heladera). Va ser imposible frenar. No te va a quedar más remedio que venir conmigo, que reunirte con mi cuerpo y acompañarme en esta corrida que finalizará en el momento en que pierda el impulso.
Pero por alguna de esas fortunas fortuitas cuando me encuentro justo a un milímetro de vos, me freno. Vos bajás tu mano y te quedás ahí, mirándome entre extraño y molesto. Entonces yo, aunque extasiada, junto aire de alguna parte de mi cuerpo, o del que engloba todo el universo y a pesar de nuestra diferencia de tamaño te soplo y comenzás a balancearte hasta caer.

2 comentarios:

Náufrago dijo...

Aplaudo estos primeros esbozos bloguíferos. Más que nada y sobre todo, aplaudo el entusiasmo para escribir y la decisión de publicar.
Que viva la determinación de quien está decidido a llevar su amor hasta las últimas consecuencias, sin que nada importe. Ni siquiera la reciprocidad.

Anónimo dijo...

La verdad que este me encanta. Felicitaciones.
Me da la sensación que el espacio que describis al principio es el colegio, por eso de las escaleras (con alfombra roja), el marmol, la terraza, el telescopio.
"Imaginarme que voy saltando entre todos esos cuerpos que veo, cuerpos multicolores (no sé por qué dicen celestes) gritando todos tus nombres, todas las formas que tengo de llamarte, de encontrarte en sueños, todas las formas que tenés de metamorfosearte y que de pronto una tostadora seas vos aunque no lo seas y nadie pueda entenderlo" ...me encanta esa parte.
Nuevamente te felicito y espero que sigas produciendo mucho más!

Mily